Mucho
se ha hablado del prefacio escrito por el Papa emérito al libro “La fuerza del silencio”, del Cardenal
Robert Sarah. Algunos, de hecho, lo han tomado como la excusa perfecta para
atacar brutalmente a Benedicto XVI, acusándolo de “renunciar a la renuncia” al
escribir esas líneas. Otros se han aprovechado de esto para reinventar un
supuesto enfrentamiento entre el Papa actual y su predecesor, algo que
sencillamente no existe ya que cada vez que Benedicto XVI se manifiesta
públicamente, detrás está el Papa Francisco aprobando y animando esa presencia
pública de su predecesor, como han expresado ambos en diversas ocasiones. Sin
embargo, el ataque hacia la distinguida figura del Papa emérito es inadmisible,
y el Cardenal Sarah lo ha dejado en claro al inaugurar los trabajos del
congreso internacional Sacra Liturgia
en Milán, como informan nuestros amigos de La
nuova Bussola Quotidiana. Aquí compartimos nuestra traducción de algunos
extractos de su intervención.
Atacar a Benedicto XVI es diabólico y
cubre a la Iglesia de vergüenza
“Rezo
devotamente – ha dicho Sarah al comienzo de su discurso – por aquellos que
tienen el tiempo y la paciencia de leer atentamente este libro: que Dios los
ayude a olvidar la vulgaridad y la bajeza usadas por algunas personas cuando se
refieren al Prefacio y a su autor, el Papa Benedicto XVI. La arrogancia, la
violencia del lenguaje, la falta de respeto y el desprecio inhumano por
Benedicto XVI son diabólicos y cubren a la Iglesia con un manto de tristeza y
de vergüenza. Estas personas demuelen a la Iglesia y su profunda naturaleza. El
cristiano no combate contra nadie. El cristiano no tiene enemigos por vencer”.
No separar al Jesús de la historia del Cristo
de la fe
“En
la liturgia no estamos celebrando al `Jesús de la historia´, y tampoco al `Cristo
de la fe´. Reconocemos humildemente al Cristo Resucitado como Dios nuestro
Señor. No es desmitizado y alejado de todo lo que respecta a nuestra fe: a
pesar del valor académico de esta separación, no puede ser considerada una
empresa legítima en el culto de la Iglesia. Cuando celebramos la Sagrada Liturgia,
participamos en la adoración del Cristo hecho hombre para nuestra salvación,
plenamente humano y plenamente divino”… Por eso, “la liturgia no puede
convertirse en simple celebración de la fraternidad, sino que debe ser culto a
Dios”.
A Cristo se lo encuentra en la Iglesia
“Nuestra
relación con Cristo parte de la única verdadera Iglesia que él ha fundado para
este objetivo. Como dijo el Papa Benedicto XVI, ‘a Cristo lo descubrimos, lo
conocemos como Persona viviente, en la Iglesia. Ella es su Cuerpo´. Hoy esta
realidad es negada, porque se acoge a Jesús, pero no a la Iglesia. El encuentro
personal es una semilla que no logra madurar y dar fruto solo porque necesita
nutrirse de la vida de la Iglesia”. El cardenal ha hecho referencia al llamado
que hizo Juan Pablo II, en Sidney, en 1996, dirigiéndose a los bautizados: “Vuelvan
a casa”. Es cierto, de hecho, que muchos bautizados se ausentan de la liturgia
y esto es considerado por Sarah como “un continuo y grave escándalo presente en
la Iglesia que pone en peligro su vida eterna. Si decimos a la gente que
vuelvan, debemos estar seguros de que la Sagrada Liturgia es realizada como
quiere la Iglesia”.
En
relación a la así llamada `reforma de la reforma´, el cardenal ha dicho que “es
necesario considerar esta cuestión con urgencia. En algunos ambientes hay
separación entre ‘antiguo´ y ‘nuevo’, esta oposición no puede continuar. La
liturgia no puede ser modificada por cada desarrollo eclesiológico. La Iglesia
antes y después del Concilio no tiene dos identidades separadas”.
Orientados a Cristo
El
cardenal hizo referencia a algunas palabras de San Ambrosio dirigidas al
bautizado: “Recuerda las preguntas que te han sido planteadas, vuelve a pensar
las respuestas: tú te diriges hacia Oriente, porque quien renuncia a Satanás
mira a Cristo cara a cara” (De Mysterii).
“A través del uso de una postura física común de profundo significado junto a
sus hermanos, el neófito toma su lugar como cristiano en el culto de la
iglesia. He hablado varias veces sobre la importancia de recuperar esta
orientación, de estar dirigidos hacia Oriente durante la celebración de la
liturgia actual, y sigo sosteniendo lo que he dicho. Quisiera sencillamente
notar que en estas palabras de San Ambrosio podemos apreciar el verdadero
poder, la belleza y también el significado de mirar hacia Oriente. Así estamos
unidos en la Iglesia que se dirige al Señor para adorarlo, para mirar a Cristo ‘cara
a cara’ ”.
En
definitiva, “un cristiano es una persona que toma su justo lugar en la asamblea
litúrgica de la iglesia, que toma de esta fuente la gracia y la instrucción
necesaria para la vida cristiana. Estas personas comienzan a penetrar y a vivir
cada vez más los profundos misterios transmitidos por la Sagrada Liturgia. Por
eso, participar en la Liturgia sigue siendo esencial para el cristiano”.
La Comunión en la boca y de rodillas
“Hoy
quisiera expresamente proponerles reflexionar y promover la belleza, la
oportunidad y el valor pastoral de una práctica desarrollada durante la larga
vida y tradición de la Iglesia, es decir, el acto de recibir la Santa Comunión
en la lengua y de rodillas. Si San Pablo nos enseña que ‘al nombre de Jesús
toda rodilla se dobla en los cielos, en la tierra y en los abismos’, ¡cuanto
más debemos doblar nuestras rodillas cuando recibimos al Señor en el sublime e
íntimo acto de la Santa Comunión!”
Para reflexionar sobre este
delicadísimo tema, el cardenal ha propuesto a los presentes el ejemplo de dos
santos: Juan Pablo II y Madre Teresa de
Calcuta. “La entera vida de Karol Wojtyla ha estado marcada por un profundo
respeto por la Santa Eucaristía… Hoy les pido simplemente pensar en los últimos
años de su ministerio, un hombre marcado por la enfermedad, pero Juan Pablo II
nunca ha permanecido sentado frente a la Eucaristía. Siempre se ha puesto de
rodillas. Tenía necesidad de la ayuda de otros para doblar las rodillas y luego
para levantarse. Hasta sus últimos días ha querido darnos un gran testimonio de
reverencia hacia el Santísimo Sacramento”.
Madre Teresa “sin duda tocaba cotidianamente
el ‘cuerpo’ de Cristo presente en los cuerpos arruinados de los más pobres. Sin
embargo, con asombro y respetuosa veneración, decidió no tocar el Cuerpo de Cristo
transustanciado. En cambio, lo adoraba. Lo contemplaba silenciosamente. Se
arrodillaba y se postraba frente a Jesús en la Eucaristía. Y la recibía como un
pequeño niño humildemente nutrido por su Dios. Ver a cristianos que recibían la
Santa Comunión en sus manos la llenaba de tristeza y dolor. Ella misma dijo: ‘Cuando
entro en el mundo, lo que más me entristece es ver a la gente recibir la
Comunión en sus manos’”.
Sarah se ha dicho consciente del hecho que “la actual legislación contiene el indulto de recibir la Eucaristía de pie y en la mano, pero recibirla de rodillas y en la boca es la norma de los católicos de rito latino”.
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